Reciban un afectuoso abrazo a la distancia con motivo de Fiestas Patrias y este artículo que aún no fue publicado como un homenaje al aporte de nuestros ancestros para que hoy día podamos cantar a todo pulmón !Somos Libres!...
Y que nadie pudo cambiar
LA ESTROFA QUE SURGIÓ DEL PUEBLO
Maruja Muñoz Ochoa
“Pobre aristocracia colonial, pobre boba nobleza limeña, incapaz de toda idea y de todo esfuerzo”
José de la Riva Agüero
A once años del bicentenario de la independencia nacional, la historia Patria aún registra pasajes confusos debido, tal vez, al cristal de quien lo vió o al interés del que lo contó. Ejemplo de ello es nuestra Canción Nacional entonanda a diario en ceremonias, instituciones militares y centros de instrucción escolar con una estrofa que no es la compuesta por José de la Torre Ugarte, la misma que se ha ido modificando según mejor parecer de quien llevara la voz cantante y sonante, dando lugar a polémicas e innumerables intentos de cambio.
“Mejores versos que los de José de la Torre Ugarte, merecía el magistral y solemne himno de Alcedo, comentó Ricardo Palma, en su momento. Lo mismo que Palma pareciera haber intuído el pueblo desde los albores de la República pues, el concenso general trasladó a la entonces llamada Canción Nacional, la primera estrofa de La Canción Patriótica que, como toda creación popular, no lleva firma personal”, dice AlfonsoTerry García Naranjo, abogado, investigador de la historia de la Independencia y autor de un libro aún inédito, donde revela y sacude, en base a crónicas de la época, algunas telarañas de nuestro pasado.
Largo tiempo el peruano oprimido
la ominosa cadena arrastró;
condenado a cruel servidumbre
largo tiempo en silencio gimió.
Mas apenas el grito sagrado
!Libertad! en sus costas se oyó,
la indolencia de esclavo sacude,
la orgullosa cerviz levantó.
Esta es la primera estrofa de La Canción Patriótica tal como aparece publicada en 1892, en un diario que no es El comercio y que, según Alfonso Terry, podría tratarse de una creación colectiva de los esclavos puesto que era cantada por la gente del pueblo y es sabido que sambos, negros y mulatos, eran los más entusiastas, los que salían a las calles a celebrar el avance de las tropas de San Martín. “Está registrado que la mayoría de criollos peruanos estaban en las filas de los realistas y que los indios preferían seguir dominados por España porque más le temían a los criollos con poder», sostiene Terry.
San Martín se dió cuenta de ello y para asegurarse que contaría con criollos peruanos, y no sólo con extranjeros y negros en su ejército, exigió que los vecinos notables de la capital, expresaran sus deseos de independencia por escrito. Es así que el 15 de julio de 1821, reunidos en el Cabildo (actual municipalidad) , encabezada por el Arzobispo de Lima fue suscrita el Acta solicitando el ingreso de la tropa libertadora.
Cumplida la condición, San Martín entró a Lima siendo aclamado por el pueblo, en su mayoría negros “y algunos criollos adulones que esperaban alcanzar los cargos públicos que no habían podido conseguir de España porque, para los puestos importantes, el virrey traía gente de la península lo que exacerbaba a los aspirantes al poder político quienes llegaron a pedir al virrey Abascal que se proclamara rey del Perú, pero él no aceptó por lealtad a la corona. Ese era el puñado de criollos que secundó a los libertadores”, asegura Terry.
Las tropas libertarias estaban integradas por chilenos, argentinos y luego fueron llegando venezolanos y colombianos. Los negros, sambos y mulatos destacaban por lo numerosos, bulliciosos –cantaban, bailaban, palmoteaban- y también porque tenían su estilo propio de hacer justicia: organizaban revueltas para saquear las casas de los realistas, atacaban a la guardia que había dejado el virrey. San Martín tuvo que crear otra guardia integrada en su mayoría por negros para mantener el órden.
“Al notar el poco entusiasmo de los criollos por unirse a la gesta independentista, el libertador tomó algunas medidas: en cada barrio capitalino nombró un delegado para que recogiera las firmas de adhesión a la causa, casa por casa, muchos firmaron bajo presión. Emitió un decreto disponiendo que los esclavos que se unieran al ejército libertador obtendrían su libertad y los hacendados que se anotaran en las filas serían recompenzados con el precio de los esclavos que se hubieran enrolado al ejército”, cuenta el investigador.
Estrofas silenciadas
Proclamada la Independencia, las masas populares expresaban su alegría en las calles entonando innumerables canciones, entre ellas, La Canción Patriótica que era la más popular y probablemente –dice Alfonso- se acompañaban con cajón, tambores, guitarras y palmas lo cual llegó a oídos del Libertador quien, con la finalidad de alimentar el patriotismo de los peruanos, dispuso la convocatoria a un concurso para que la nueva Patria contara con una Marcha Nacional. El siete de agosto fue publicada en la Gaceta Ministerial, el llamamiento a todos los profesores de bellas letras, compositores y aficionados, para que dirigieran sus producciones firmadas al Ministerio de Estado antes del 18 de septiembre de 1821.
Se presentaron siete composiciones, entre ellas la de José Bernardo Alcedo Retuerto, hermano terciario del Convento de Santo Domingo y uno de los pocos compositores con formación musical que tenía entonces el Perú. Había estudiado música en el Convento de San Agustín y a los 18 años compuso una Misa en Re Mayor.
« El 17 de setiembre de 1821, los compositores dejaron oir sus obras al Libertador en casa del argentino José Riglos. San Martín escuchó atentamente todas las composiciones. No encontró ninguna marcha como había pedido y sabiendo que no existían mejores músicos en Lima, decidió quedarse con la del maestro Alcedo cuyos acordes provienen del Gloria de la misa que había compuesto años atrás », refiere Terry. Luego, al jurista iqueño José de la Torre Ugarte Alarcón le pidieron que, como buen letrado, escriba los versos de la Canción Nacional”, como se llamaba entonces nuestro Himno Patrio.
Largo tiempo se impuso
El 21 de setiembre, estando José de San Martín en el teatro recibió la noticia de la Capitulación de José de La Mar en el Callao. El Libertador lo anunció al público desde su Palco y la orquesta que ya había ensayado el Himno lo ejecutó de improviso.
Tres días después, Rosa Merino, bella cantactriz de moda y amiga cercana de San Martín, entonó en el mismo teatro, cuatro de las seis estrofas de la Canción Nacional, en medio de interminables aplausos. El Perú ya contaba con un Himno “pero al pueblo no le interesó hablar de un Dios de Jacob ni de San Martín inflamado y, encontrando que la métrica de La Canción Patriótica se adecuaba perfectamente a la música de Bernardo Alcedo, introdujo espontáneamente su primera estrofa sin que los autores ni el propio Libertador, pudieran rectificar lo que el fervor popular imponía, quedando en el silencio las estrofas escritas por De La Torre Ugarte, “consolidando su autenticidad. La letra fue moldeándose en la convergencia de varias versiones o bien acusó algún intento de atinada corrección como lo deja entrever un episodio narrado por crónicas de la época: El 9 de diciembre de 1845, Ramón Castilla y varios de sus ministros, luego de una cena en Palacio, acudieron al teatro. Al levantarse el telón, fue entonado el Himno Nacional con esta estrofa:
Largo tiempo la patria oprimida
la ominosa cadena arrastró
condenada a una vil servidumbre
largo tiempo en silencio gimió
Pero apenas el grito sagrado
libertad en su suelo sonó
la coyunda de esclavo sacude
la orgullosa cerviz levantó.
Posiblemente –dice Terry- al director de la orquesta le pareció adecuado introducir esas modificaciones a la estrofa que ya se había impuesto en el himno, lo cierto es que Castilla y todos los presentes esa noche la corearon y así lo publicó al día siguiente un periódico local”.
Como al cantarlo se modificaba el texto y algunos editores también introducían cambios, en 1864 Bernardo Alcedo publicó en Lima la "verdadera versión", y en 1870, en colaboración con Claudio Rebagliati, preparó la instrumentació n orquestal del Himno Nacional. En 1867 la Sociedad Amigos de las Letras y, en 1873 el Club Literario, plantearon nuevas modificaciones, pero la voz cantante del pueblo, seguía imponiéndose.
Durante el gobierno de Eduardo López de la Romaña, por Resolución Suprema del ocho de Mayo de 1901, se legitimó la música del Himno Nacional restaurada por el profesor Claudio Rebagliati, a la vez se convoca a un concurso para elegir una letra que sustituyera a la compuesta por De La Torre Ugarte dado a que las expresiones contenidas en las estrofas, eran contradictorias a las cordiales relaciones mantenidas, en ese momento, entre el Perú y España. El poeta José Santos Chocano, ganó el concurso y las estrofas escritas por él, se cantaron en las escuelas públicas hasta 1912. Pero el consenso popular las rechazó reclamando volver a la letra original, dando origen a que el Congreso de la República, por ley Nº 1801, promulgada el 26 de febrero de 1913, durante el mandato de Guillermo Billingurt, se declaraba intangible la letra y música del Himno Patrio. Así se anuló la innovación. “Muchas generaciones de peruanos han cantado y se han sentido patriotas con esta letra, lo cual le da autenticidad. Por otro lado, un himno no requiere de una firma personal, mucho mejor es la creación del pueblo”, sentencia Terry García Naranjo.
Maruja Munoz Ochoa
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