Un Matalaché
Publicado en el Diario La República 8-9-88
Rafo Santa Cruz, Joven músico continuador de la prolífica y polifacética labor cultural desarrollada por ese ilustre clan negro que integran los hermanos Nicomedes, Victoria y Rafael Santa Cruz, nos ha enviado una carta que contiene muchas verdades y muy serias reflexiones, que deberían tener en cuenta los productores de la miniserie de TV, "Matalaché".
Publicamos dicha misiva por considerar que allí se plantean problemas, que inclusive, trascienden el campo estrictamente artístico y comprometen actitudes y políticas que deben tomar los medios de comunicación en relación a nuestra identidad cultural y nacional. Señor Director:
Con preocupación y sorpresa estoy espectando algunas escenas de los primeros capítulos de la miniserie peruana "Matalaché", inspirada en la novela de Enrique López Albujar. Si bien es cierto que hay gran despliegue técnico y humano, mi sorpresa aparece justo en el momento que "Matalaché", esclavo negro y personaje central de la novela, interviene, caracterizado por un joven actor de raza blanca, el cual para lucir como "un verdadero negro" ha sido maquillado con una especie de carbón sobre el rostro y partes visibles de su piel, aparte de lucir el pelo ondulado por arte de una permanente.
¡¡¡¡ Qué puede hacer un hombre blanco caracterizando a un personaje negro!!!
Me llama la atención que en el Perú se esté haciendo lo que se hizo en Estados Unidos de América en la década de los años treinta, cuando Al Jolson y artistas de aquella época cantaban, bailaban y hacían chistes, con el rostro pintado de negro. Cada raza tiene sus características. Un hombre negro camina, canta, baila, ríe y se mueve diferente a un hombre de otra raza. Si tal no sabían o lo habían olvidado los directores de "Matalaché", bien pudieron consultarlo a un etnólogo.
La trama central de la obra de López Albujar es el hecho que, por racismo y diferencia de clase social, el amor entre Matalaché, que es un negro esclavo y María Luz, la hija blanca y aristocrática del amo de la hacienda, es un amor prohibido y de allí la tensión y la atención que produce la novela a través de su desarrollo, pero, sensible y definitivamente el efecto se pierde cuando los personajes son de la misma raza; el maquillaje resulta insuficiente para mantener la ficción del esclavo negro.
Me pregunto: ¿Cuál fue el problema? ¿Por qué no se buscó un negro para el papel? En este país sí hay negros actores y algunos muy buenos, si ninguno de ellos satisfacía la apreciación de los directores, ellos pudieron buscar un negro sin experiencia en las tablas y prepararlo de la misma manera que hicieron con Rafael Cabrera, quien hasta antes de "Matalaché" no tenía idea de lo que era actuación. ¿O quizás, hubo algún tipo de segregación racial? Tal vez no se quiso colocar a la protagonista en el trance de soportar a un galán negro y tener que besarlo.
Ahora que se está tratando de ampliar el mercado y de vender al extranjero nuestras producciones nacionales ¿Quién nos comprará esta farsa? Desde luego en Brasil, EE. UU, Colombia, Venezuela y los países del Caribe donde existen grandes poblaciones negras, no estarán interesados en la miniserie. Tal vez se le pueda vender a un país que esté a favor del Apartheid.
Al principio de esta carta dije que sentí preocupación y es cierto. No pude sentir otra cosa, al pensar en una futura versión de San Martín de Porras o Túpac Amaru. ¿Quién encarnaría a estos personajes...?
Rafo Santa Cruz
Lima, 8 de Setiembre de 1988
Posiblemente algún rubio de ojos azules y pecas
Lima, Perú
UN "MATALACHÉ" BLANCO". Con este titulo apareció una carta, escrita por mí el día 8 de Setiembre de 1988, en el diario La República en su edición del día 10 de Setiembre de 1988 (desde esa época ya andábamos en la lucha públicamente) a raíz de la aparición de una miniserie televisiva donde el actor principal, un blanco pintado de negro, daba vida a un personaje negro y que además, debe ser negro según la obra original. Lo registro aquí tal como apareció en La República.