Carlos O. López Schmidt
Barack Obama y su familia |
La noche de anoche, 4 de noviembre de 2008, fue un momento histórico para la diáspora africana (1) esclavizada (2) en este continente.
Y fue anoche, en el mismo momento que emocionado y orgulloso veía en las pantallas de televisión que un afrodescendiente como yo (y tal vez como tú amiga o amigo que lees este artículo), se convertía en presidente del hasta hoy el país más poderoso del mundo; en ese mismo momento, repito, una pregunta surgió en mi cabeza:
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¿Podría suceder lo mismo en el Perú?
¿Por qué no? Me respondí con una sonrisa esperanzada en mis labios.
El día de hoy, ya más sereno, la pregunta continuó rondando en mi cabeza.
Seguramente, pensé, muchos analistas políticos le dedicarán horas y horas a este tema y llenarán páginas enteras con sus, acertados o no, comentarios.
Debo, antes de continuar, confesar que no soy un analista político. Es más, no soy analista de ningún tema, ni siquiera de mí mismo. Soy solamente un afroperuano que sueña con la posibilidad de que algún día sus hermanas y hermanos sean reconocidos no por el color de su piel o la procedencia de sus tatarabuelos sino por lo que hacen y aportan al Perú y a la humanidad. Sólo soy un afro que sueña que algún día, al caminar por una calle, la mujer que viene no va a sujetar fuertemente su cartera al verlo venir. Sólo soy un afro que sueña que algún día sus nietas y nietos aprenderán a leer con libros en donde habrá no sólo bellos cuentos andinos y amazónicos sino también afroperuanos, en los que aprenderá sobre la grandeza del imperio inca -y también- sobre la grandeza de sus ancestros afroperuanos y abrirán los ojos emocionados ante la valentía de los guerreros incas y -también- ante el heroísmo de Catalina Buendía viuda de Pecho, afroperuana iqueña que se inmolara en la guerra contra los chilenos; soy, repito, sólo un afro que sueña que en esos mismos libros de texto mis nietas y nietos (y los tuyos) aprenderán sobre Túpac Amaru II y su enfrentamiento contra el invasor español, y -también- que uno de sus más importantes lugartenientes fue afroperuano y se llamó Antonio Oblitas y mis nietas y nietos se horrorizarán igual que tú y yo al saber que lo mataron a patadas ante los ojos de Túpac Amaru II, el mismo día y en el mismo lugar que él y sabrán también que Micaela Bastidas Puyucahua, la esposa de Túpac Amaru II fue afrodescendiente y que mujer y todo, peleó valientemente junto a su esposo y que no la pudieron ahorcar en el garrote porque su delgado cuello -herencia africana- no lo permitió y la asesinaron a golpes; y también en esos textos escolares adornados con bellos dibujos, nuestros nietos aprenderán que el Perú está regado con nuestra sangre y construido también con nuestro sudor y nuestro esfuerzo y que los afroperuanos matamos y morimos en todas las guerras que el Perú sostuvo para librarse del yugo español y de la invasión de los países vecinos y que el glorioso Monitor Huáscar del Caballero de los Mares, don Miguel Grau, estuvo integrado mayoritariamente por hombres de su etnia. Soy, también, un afroperuano que sueña que algún día no muy lejano habrá afroperuanas y afroperuanos ministros de estado, jueces o presidentes de entidades estatales y privadas y que ese día encenderá la Tv. y verá en la pantalla a una o un afroperuano mostrando productos de belleza, autos deportivos o teléfonos celulares de última generación y no sólo productos de limpieza o chicha morada y que ese día día hará una gestión en un banco y será atendido por un o una empleada afroperuana y que a partir de ese día, los medios de comunicación no hablarán de “mano negra” “corazón negro” o “noche negra” para referirse a algo malo. Sólo soy un afroperuano que ve convertido en realidad uno de sus sueños: Nunca más uno de nuestros niños o jóvenes se avergonzará cuando le digan que desciende de africanos, porque a partir de anoche, 4 de noviembre de 2008, nuestros niños y jóvenes responderán "...Sí, soy afrodescendiente y uno de nosotros (tal vez por 8 años) es presidente del país más poderoso del mundo".
Para terminar, y terco como siempre, repito e insisto: Soy y seré un afroperuano que lucha día a día para lograr sus sueños de ver que por fin, dentro de muy poco, en el Perú no se hablará más de afroperuanos, andinos, amazónicos, orientales o judíos, sino de seres humanos, iguales en todo, salvo en la cantidad de melanina que portan en los ojos y en la piel.
¿Podrá una o un afroperuano ser presidente del Perú? Me preguntaba anoche y hoy, más despierto que nunca, sueño que dentro de poco, menos de lo que mucha gente piensa, espera o desea, alguien como yo, con la cantidad de melanina –o más- de la que tengo yo en los ojos y en la piel, gobernará este nuestro maravilloso país llamado Perú.
(1) Diáspora africana: las y los descendientes de aquellos africanos secuestrados del continente africano y traídos por la fuerza a estas tierras en condición de esclavizados y considerados semovientes por las leyes de entonces, es decir, equiparados a una vaca u otro animal de trabajo cualquiera o a una maquinaria que se mueve por sí sola.
(2) No uso el término esclavo, porque en sí mismo es un término pasivo. Cuando decimos abogado, médico, pintor, albañil, hablamos de seres humanos que optaron o decidieron libremente realizar ese trabajo o profesión y pareciera lo mismo cuando decimos esclavo. Esclavizado no es un término pasivo ni suena como una condición buscada o aceptada, la palabra misma define el hecho como algo que sucede contra la voluntad de la persona que la sufre y denota un hecho violento, por eso, en todas mis intervenciones, cuando hablo de este hecho vergonzoso para la humanidad entera, digo esclavizado.
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