EL OSCAR AFROAMERICANO
En las 74 ediciones de la premiación del Oscar, nunca se respiró un aire de tanta justicia, reivindicación y reconocimiento al gran aporte afroamericano a la industria del cine como hace unas noches sucedió en el teatro Kodak.
En primer lugar, el emotivo homenaje a Sidney Poitier, brillante actor de larga trayectoria, que cambió el concepto de productores, realizadores y público respecto a los roles que debía caracterizar un actor negro.
Poitier, en base a su trabajo, constancia y a una buena imagen como persona, se hizo de personajes que iban más allá del clásico chofer, botones y camarero, que plagaban las pantallas de Hollywood. Conquistó los papeles protagónicos y desde ahí participó en films que abordaban la problemática racial. De este reto salió vencedor y finalmente, empezó a interpretar roles que no especificaban, en el guión, la naturaleza étnica del actor.
Merecido homenaje a Sidney Poitier, quien tiene un Oscar por "Lilies of the Field".
Sin embargo, lo mejor de la noche empezó con el anuncio de la ganadora al premio de mejor actriz femenina: Halle Berry por su trabajo en "Monster´s ball". La joven y bella actriz no pudo contener la emoción y después de un sinnúmero de ¡Oh, my God! Pronunció su discurso de agradecimiento. Entre un mar de lagrimas nombró y agradeció a algunas actrices negras que fueron fuente de inspiración para su carrera actoral.
A los pocos minutos Denzel Washington era reconocido como el mejor actor del año por "Día de entrenamiento". Washington, quien ya había ganado un Oscar en 1989 como actor secundario por "Glory", subió al escenario. Contento pero calmado recibió el Oscar de manos de su amiga Julia Roberts, con quien compartió "El expediente pelícano". Denzel ve así cumplirse su gran sueño de ser el mejor y disfrutar el premio, que creo debió obtener por "Philadelfia" hace unos años.
Estos premios son, para mí, el mejor incentivo que pueda recibir un artista afrodescendiente. Ser reconocidos por la industria norteamericana como los mejores, significa no sólo un reconocimiento a la gran calidad actoral sino que es una forma de rendirse ante las potencialidades de un gran grupo de actores y actrices de origen africano, que durante años batallaron contra la industria, los medios y la sociedad para poder conseguir cada vez mayor y mejor participación en los filmes norteamericanos.
Desde aquí me sumé a la emoción de los artistas afroamericanos y me alegré de compartir con ellos la misma profesión actoral y el mismo ancestro africano.