Por Julissa Mantilla Falcón
La República, Lima, 10/8/2004
El tema de la discriminación en el Perú en el acceso a ciertas discotecas y pubs es algo que se está volviendo parte de la cotidianidad. Como un secreto a voces, los casos y anécdotas se repiten y comentan, provocando una indignación tan intensa como pasajera, que termina luego con un encogimiento de hombros seguido del consabido "es que nadie hace nada".
Sin embargo, parece ser que el racismo se está volviendo típico y un elemento de reconocimiento de nuestra población más allá de nuestras fronteras. El caso pasó hace unas semanas en un "Lounge" ubicado en Miraflores. El portero impidió el paso de cuatro personas con el manido y poco original argumento de la falta de reservación previa.
Ante el reclamo al ver que otras personas entraban al local sin mayor problema, uno de los vigilantes -de acento caribeño- logró articular: "¿Por qué tanto reclamo si el racismo es típico sólo de los peruanos? Además -prosiguió- yo no soy de acá y no me importa". Claro, el haber nacido en "esta hermosa tierra del sol" tampoco garantiza que el tema importe mucho a los nacionales, pero el comentario sirve para reflexionar sobre si, efectivamente, a la par que el pisco y el cajón peruano, el racismo se va convirtiendo en parte de nuestro patrimonio nacional.
Paradojas de la vida, mientras que en los casos anteriores el Perú aún se queda corto reivindicando sus valiosas características y su origen, en el caso del racismo ni el más ingenioso publicista imaginaría una campaña capaz de lograr tamaña vigencia, aceptación y presencia en la vida pública nacional.
El orgullo por la riqueza y majestuosidad de nuestra diversidad cultural parece limitarse a los comerciales de dentífrico sobre cómo sonríe el Perú o al despliegue artístico en la clausura de la Copa América. Todos nos sentimos bien peruanos con el "Sí se puede" del Cienciano o con los triunfos de Gian Marco, pero pasando de lo masivo a los casos individuales y al ámbito cotidiano, nadie como nosotros para marcar las diferencias. Y además, nadie como nosotros para ni siquiera reconocer las prácticas racistas y asumir sus costos, un poco al estilo del congresista que, al comentar las conclusiones del informe de la Comisión de la Verdad en relación al racismo, sostuvo: "¿Cuál racismo? Si en el Perú, cholo con plata entra a cualquier parte". Pues parece que no a todos lados.
"Más que glorificar un apoyo irrestricto a las tradiciones
heredadas o advertir al mundo respecto de los supuestos choques inevitables
entre civilizaciones, el punto de vista del desarrollo humano exige que la atención
se centre en la importancia de la libertad en las esferas culturales y en las
maneras de defender y aumentar las libertades culturales de las que podría gozar
la gente"
Amartya Sen
"Informe de Desarrollo Humano 2004: La libertad cultural en el mundo diverso
de hoy"
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