Estas reformas están siendo motivo de análisis del Banco Mundial, cuyas conclusiones serán presentadas en el informe "La Promesa de Seguridad de los Ingresos en la Vejez en América Latina", que acaba de ser divulgado por la institución en versión preliminar.
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El problema de la pobreza en la vejez, época de la vida en que la persona debe ser recompensada por sus años de desempeño y de su fuerza productiva, está estrictamente relacionado con la amplitud e ineficiencia del sistema de pensiones de los países. A fin de garantizar los derechos de los jubilados, amenazados principalmente por la escasa capacidad de financiamiento de los órganos públicos provisionales, los gobiernos latinoamericanos han emprendido desde la década de los 80’ reformas en las reglas de contribución y pago de beneficios. Estas reformas están siendo motivo de análisis del Banco Mundial, cuyas conclusiones serán presentadas en el informe "La Promesa de Seguridad de los Ingresos en la Vejez en América Latina", que acaba de ser divulgado por la institución en versión preliminar. El estudio completo será comentado en una conferencia internacional sobre el tema que se realizará en Bogotá, capital de Colombia, los días 22 y 23 de junio. Pero la anticipación de las principales evaluaciones sobre las reformas de los sistemas de pensiones quizás tengan el objetivo de orientar a los países latinoamericanos que todavía las tienen en proceso o en fase de planificación, dado el descontento del organismo con el resultado de las transformaciones ocurridas en la seguridad social de diversos países de la región. "La reforma del sistema de pensiones en América Latina es incompleta y ha fracasado en la extensión de la previsión social", advierte el Banco Mundial en el informe. La razón del diagnóstico está principalmente el nuevo modelo adoptado, que deja el sistema provisional a cargo de la iniciativa privada. Privatización y reducción de la cobertura provisional El principal eje de las reformas ha sido la significativa reducción de los sistemas de pensiones públicas basados en regímenes de pago con cargo a los ingresos corrientes y prestaciones claramente definidas, en el cual las pensiones que reciben los ancianos se financian mediante las contribuciones de los trabajadores activos. A su vez se incorporaron cuentas de ahorro individuales obligatorias y planes de jubilación voluntarios en un proceso que se conoce como el "enfoque de pilares múltiples" frente a la reforma del sistema de pensiones. Es decir, la contribución debe ser hecha directamente por el trabajador a un administrador privado de fondos de pensiones. Chile fue pionero en la adopción de este enfoque en 1981 y 12 países de América Latina siguieron sus pasos. Esta modificación, que puede ser considerada una privatización, se ha mostrado positiva en el aspecto de la sostenibilidad fiscal, visto que cada trabajador individualmente se financiaría directamente, sin depender de la contribución de otros activos. Las reformas también permitieron mejorar la equidad, ya que los gobiernos recortaron los beneficios generosos del sistema antiguo, que sobrecargaban todos los contribuyentes debido al valor elevado de una única jubilación. Pero la principal ventaja la logró el mercado de capital al encauzar los ahorros hacia inversiones en fondos de pensiones administrados por el sector privado. El volumen de los activos que poseen los fondos de pensiones como proporción del PIB casi se duplicó en la región en el transcurso de sólo cinco años. Sin embargo, para el Banco Mundial, la cobertura de la seguridad social y de las pensiones privadas continúa siendo "persistentemente baja y los costos de las reformas, en muchos casos, han sido más altos de lo previsto". Es decir, el sistema de pensiones privado atinge a pocos trabajadores, menos que el público con todos las entrabas burocráticos. Y esta ineficiencia ha costado caro para los cofres de los Estados latinoamericanos, que han desarrollado estas reformas justamente para ahorrar divisas. "No se puede considerar que los sistemas de seguridad social y pensiones privadas sean exitosos si sólo uno de cada cinco trabajadores participa en ellos, como sucede en varios países que han emprendido reformas", indica Indermit Gill, asesor económico de la Red de Reducción de la Pobreza y Gestión Económica del Banco Mundial y coautor del informe. El organismo determina que para evitar la pobreza en la vejez es necesario ampliar la cobertura, llevando las pensiones privadas a un segmento más amplio de la sociedad. Caso contrario, "la vejez seguirá siendo una amenaza para los ciudadanos de la región" apuntó Guillermo Perry, economista en jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial. Los autores del informe mencionan varias razones para las decepcionantes bajas tasas de cobertura. Los trabajadores deben pagar tasas de aportación innecesariamente altas en la mayoría de los países, lo que puede desincentivar la participación en el sistema, en particular de parte de la población joven y los pobres. El estudio también constata que los trabajadores aparentemente no consideran que los fondos de pensiones existentes en los nuevos sistemas sean más atractivos que los medios de ahorro alternativos y si bien la rentabilidad ha sido elevada en la mayoría de los países de la región también ha sido muy volátil. Por otra parte, debido a sus fuertes inversiones en deuda pública, los fondos aparentan ser riesgosos. "Los fondos de pensiones de muchos países invierten elevados montos en la deuda pública nacional, lo cual los vuelve insuficientemente diversificados y excesivamente expuestos al riesgo político", declara Juan Yermo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y coautor del informe. Fuente: Noticias ADITAL |
Ana María Olivares |
Comunicaciones Fundación IDEAS |